sábado, 30 de enero de 2010

Piñón Fijo: Con alma de payaso



Nació hace veinte años como artista callejero y hoy recupera su historia en un show que se presenta en el Teatro del Sol. Se trata de un artista que disfruta plenamente su trabajo.

«A mis sueños yo los crío de chiquitos/ es mi sueño favorito ayudarlos a crecer/ que se agranden y se escapen por el tiempo/ y si quedo sin aliento, me vuelvan a sorprender», dice una de las canciones del payaso más querido por grandes y chicos. Piñón Fijo está de nuevo en nuestra ciudad, y esta vez viene a festejar sus veinte años de carrera.
El brillo de sus ojos deja traslucir la pasión con la que hace su trabajo. La humildad, sencillez, simpleza y carisma no queda sólo arriba del escenario, sino que lo transmite también cuando las luces se apagan. «Semanario Bamba» habló con él para conocer un poco más su historia.
-En este show recuperás tus veinte años de carrera, ¿cuáles son los recuerdos que más aprecias?
-Me parece que va a faltar papel y tinta (risas). Para mí Carlos Paz fue el puntapié inicial de todo este sueño, porque si bien venía haciendo algunos amagues desde mi Córdoba, en los parques y plazas, la primera vez que me animé a agrandar la frontera fue cuando me vine aquí. Llegué al Paseo de los Artesanos y allí me cobijaron generosamente. La primera noche que me quedé no tenía dónde dormir y lo hice en un depósito que ellos utilizan para guardar las tablas de los puestos; aún hoy agradezco ese gesto. La «Negra» Zulema, que todavía está en el Paseo, fue la que me cobijó. De ahí para acá, me sucedieron cosas fantásticas. El hecho de poder vivir haciendo lo que me gusta y pensando en cómo mejorar, me hace muy feliz, y Carlos Paz siempre está presente. Cada vez que hago la ruta Córdoba-Carlos Paz y veo el lago que se asoma, se me vienen a la memoria muchísimos recuerdos.
-¿Te acordás de esa primera sensación cuando te decidiste a pararte en la calle y empezar a actuar?
-Sí. En realidad yo venía haciendo un ejercicio autodidacta, ni teatral, ni técnico. Me parece que me estaba atajando, porque tenía tanto miedo de hacer algo y no reunir gente o no juntar un mango que, al final, me decidí a hacer cosas simplemente porque me gustaba, sin plata de por medio. Me paraba en una esquina y tocaba el saxo cloacal, o cantaba una canción o hacía de mimo. Si se juntaban tres o cuatro, treinta o cien, era lo mismo, porque la idea era entregar lo que yo hacía y no estar con el termómetro ni el medidor ni de la plata, ni del aplauso. Era una manera poco traumática de iniciar esto. Realmente estuvo muy bueno, una picardía muy buena.
-Surgiste como artista callejero y ahora estás en el teatro, ¿cuál sería la diferencia entre uno y otro?
-Voy a hablar de mí, de Piñón callejero. Yo iba hacia la gente, si no había onda, seguía y entregaba lo que quería. El teatro es distinto, porque la gente viene a ver lo que uno hace. Son sensaciones distintas y las dos son igualmente placenteras. En la calle cuando uno convence a alguien de que reciba lo que uno tiene para dar, es una sensación de felicidad muy grande. Hoy, darme cuenta de que los padres están predispuestos a bañar a su niño tempranito, vestirlo, prepararlo, compartir un espacio y tiempo con su hijo y gastar en una entrada, es también una cosa muy fuerte.
-Los colores que elegiste para tu vestimenta, ¿tienen algún motivo?
-Inicialmente los elegí por algo seudo didáctico, intentando jugar con los colores primarios; después hice una guajira en la que hablaba sobre los colores.
-Muchas personas destacan que tratás a los chicos como pequeñas personas y sin hablarles de otra forma. ¿Cuál es el mensaje que querés transmitir con eso?
-Es una decisión personal que tiene que ver con el respeto a los niños, y a mí mismo también. Nunca me vi hablándoles de otra manera. Este personaje nació cuando mis hijos eran pequeños y yo quería entregarle a los demás lo que a mí me gustaría que un artista les dé a mis hijos. Quiero brindarle a los niños de mi público, la misma honestidad que le entregaría a un sobrino mío, en su habitación, haciéndolo dormir.
-En algunos casos, tus canciones juegan con el sentido de las palabras y hacés referencias a situaciones que afectan a los grandes. Por ejemplo, en la canción del «Chupete»,hablás del muchacho «Chacho», que deja el «Chupete». Esa canción la escribiste en el 2001, ¿verdad? ¿En qué te basás cuándo creas tus temas?
-Eso surgió jugando. Había una coyuntura muy fuerte en el país en ese tiempo y yo siempre he jugado mucho con la realidad adulta del país. Cuando trabajaba en el Paseo de los Artesanos, o en la Dolce Neve (de Libertad y Alvear), me acuerdo que hice una canción de una vecina que ponía un telgopor en la ventana porque me decía que no la dejaba dormir y me mandó a la Municipalidad para que me prohibieran actuar por ruidos molestos. Yo agarré la canción de Sabina «Y nos dieron las diez…», le cambié toda la letra y se la dediqué a ella, para cuando volví glorioso de toda la prohibición.
También recuerdo que cuando estaba en la Dolce Neve, se cayó el Puente Negro por la creciente y le cambié la letra al «Puente Carretero» de Peteco Carabajal y decía: «Si pasás por mi provincia, verás que lindo es mi pago, como se caen los autos allá en el medio del lago». Quedaban muy graciosas y estaban hechas con ironía. Siempre me quedó esa historia de leer la realidad adaptada a las canciones infantiles, sin que los niños digan ¿qué quiere decir este tipo? o sin que los grandes digan ¡qué desubicado!
-Es un humor familiar…
-Sí, ese fue el desafío de siempre. Creo que lo desarrollé instintivamente y por supervivencia, porque si el niño se aburre, lo arrastra al abuelo y se lo lleva; y si se aburre el abuelo, le hace gamba un rato al niño, pero también se va y vos te quedaste solo en la esquina. Debe haber sido por el espíritu de supervivencia que traté de contener a todos.
-¿Te queda algún sueño pendiente?
-Seguir creciendo, ir por más. En estos veinte años fui un privilegiado y ha sido tan placentero todo que hasta las cosas feas terminaron siendo positivas, porque significaron un cambio en mi vida. Estoy hablando de la vida de un payaso, pero también me doy cuenta de que se trata de la vida de todos los seres humanos. Por momentos, algunas situaciones nos parecen trágicas y a la larga, el tiempo y la vida, nos demuestran que son bisagras que, quizás, modificaron el rumbo para mejor.
Cuando tuve tragos amargos con este personaje en Buenos Aires, para mí en ese momento era algo apocalíptico, y hoy en día me sorprendo agradeciendo esas bisagras. Llegó un momento en el que me dije: «Listo, no juego más acá», y terminé ganando en independencia, libertad, raíces y varias cosas que hoy aprecio muchísimo. Quizás si me hubiera quedado a luchar por un espacio en la tele, me hubiera llevado puesta una pared.
-¿Por qué tu maquillaje tiene una sonrisa y lágrimas también?
-Porque desde los inicios traté de encerrar las dos grandes emociones del ser humano: pequeñas lágrimas de tristeza y una enorme sonrisa de alegría.

Perfil
Su verdadero nombre es Fabián Gómez, pero él aduce que ha sido un error del Registro Civil. Nació en 1965, en la localidad de Deán Funes. Desde pequeño trabajó repartiendo volantes montado en una bicicleta, su eterna compañera, en la cual se inspiró para crear su nombre.
Es un artista polifacético, ya que se ha desempeñado como mimo, actor, animador y músico. También podríamos decir que es un luthier ya que ha creado el «saxo cloacal». Sus canciones transmiten enseñanzas sobre higiene personal, el medioambiente y las letras y colores. Ha recibido muchos premios, entre ellos el Martín Fierro, el Gardel y discos de oro y platino. También ha sido reconocido por su labor solidaria junto a UNICEF y varias organizaciones no gubernamentales.
El show «Piñón Fijo 20 años» está de jueves a domingos a las 22 en el Teatro del Sol III (General Paz 250). Se trata de un espectáculo de excelente calidad, en la que participan los padres y los niños. Además de Piñón, está el histriónico «Cabrito» y el dormilón duende «Ñomi». Acompañan en la música «Solcito» y el pianista Raúl. Las entradas tienen un costo de 45 a 65 pesos.

Fuente: Semanario Bamba

martes, 26 de enero de 2010

Mario Devalis humor garantizado


«Queridos Cordobeses»
Los teatros son grandes protagonistas de la temporada, y la cartelera del 2010 se viste con artistas locales, provinciales y nacionales. El humor cordobés tiene un lugar importante en la plaza turística serrana.
«Semanario Bamba» entrevistó al humorista de Colazo, Mario Devalis, quien apostó una vez más por Villa Carlos Paz.
-¿Cómo comenzaste sobre las tablas?
-Empecé haciendo imitaciones en radio y después me animé a dar un paso en el teatro. Desde hace seis años hago temporada. Mis comienzos fueron en Villa Carlos Paz.
-¿Cuál fue el personaje que te marcó y el que más te gusta?
-No sé si es el que más me gusta, pero el que me hizo más conocido es De la Sota. Hace mucho tiempo que lo vengo haciendo. Él no era más gobernador y me decidí a imitarlo en el mes de agosto cuando no se sabía si iba a ser candidato a gobernador o a qué. Me animé, y con tanta buena suerte que hace un tiempo, antes de empezar la temporada, De la Sota larga ese disco, se hace famoso con la canción «Y apareciste tú», rebota en los medios nacionales y todo encajó. Y entra cantando, un De la Sota totalmente descontracturado y enamorado.
-A la hora de componer los personajes, ¿en qué te inspiras?
-Si es una persona conocida, lo trato de imitar. Si no existen, como la japonesa, Cándido y Fabulletti, los imagino y después les doy forma.
-¿Cómo te sentís, cuando estás en el escenario?
-Me provoca mucho stress el poner a punto el show, que estén bien las luces, el sonido. La gente paga para venir a verte y recibir un buen show. Pero una vez que estoy en el escenario, disfruto mucho porque me gusta hacer reír a personas que no conozco.
El humorista de Cadena 3, que presenta los personajes junto a Rony Vargas en las tardes de la cadena nacional, recorre con nuevas caracterizaciones la provincia que lo ve crecer cada temporada.
-¿Por qué recorrer la provincia con el show y no quedarse en un sólo lugar como hacen la mayoría de las obras?
-Hace cuatro años que tomé está decisión, porque me da demasiado resultado y son públicos diferentes. Es muy cansador, pero me gusta mucho hacer el viaje a cada localidad. Por ejemplo, yo sé que el jueves me voy a Mina Clavero, el sábado me voy a Santa Rosa. Tengo planeado ir a Miramar y a Mar Chiquita, que son públicos distintos. Es una experiencia muy linda y gratificante.

A sala llena y con un público especial
El pasado lunes 11, «Queridos Cordobeses» se presentó por segunda vez en el Teatro Zorba de nuestra ciudad. A sala llena, el público disfrutó cada personaje del reconocido humorista cordobés, las impecables coreografías que brindaron los bailarines bajo la dirección de Pamela Salvarezza y la voz inconfundible de Dante Garello.
La periodista Ana María Alfaro estuvo presente en la segunda gran noche del cordobés en Carlos Paz. Ella realizó la grabación de la voz en off interpretando a la madre de Cándido, el nuevo personaje que se anima a las tablas de la mano de Devalis. Rodrigo Serna, legislador provincial, también presenció el show. Además, se encontraba en la sala su pareja, la periodista de Radio Mitre, Rebeca Bortoletto quien estaba acompañada por dos de sus cuatro hijos.

Fuente: Semanario Bamba

Nazarena íntima


Habló de su infancia y adolescencia, sus hijos, los primeros pasos en el camino del espectáculo. Todo sobre la obra que cambió su vida, Bula-Bula. Te mostramos la persona detrás del personaje.

Una vez más «Semanario Bamba» te acerca, en una entrevista exclusiva y diferente, la simpleza de una de las artistas que realiza temporada en la villa serrana.
Nazarena Vélez es oriunda de Quilmes, fue al colegio San José Obrero y es la tercera de seis hermanos. Conocé más sobre la mujer que dejó atrás el mundo mediático para crecer profesionalmente.
-¿Qué recordás de tu infancia?
-Recuerdo mucho, la familia por sobre todas las cosas. La vida y el destino hizo que nos vayamos desparramando por diferentes lugares, algunos hermanos viven en Pilar, mis padres en Puerto Madryn y hasta tengo familia en Miami. Viví muy lindos momentos en Quilmes, y decidí que mis dos hijos nacieran en el mismo sanatorio donde nací. Yo soy una india quilmeña, por eso hasta el día de hoy conservo la casa de mis padres, después de diez años de que se han mudado; es el lugar donde me críe y donde fui feliz.
-¿Cómo era Nazarena de pequeña?
-Jamás me porté bien, era muy varonera. Siempre estaba trepada a los tilos que había en la puerta de mi casa. Mi mamá siempre me decía que bajara, porque si era por mí me quedaba a vivir como la «mona chita». Me encantaba usar bermuditas y una remera del hombre araña, personaje que me encantaba. Además, era muy «quilombera», me quedó un poco de esa esencia. (risas)
-La adolescencia ¿cómo te recibió?
-En la secundaria era muy vaga, porque no me gustaba estudiar. Siempre jugaba competencias con varones y las peores chicas del curso para ver quién era el peor del colegio, por suerte yo siempre ganaba. (risas)
Mi mamá me encerraba todo el verano para rendir las materias, y yo dormía siestas de ocho horas, porque no me interesaba y detestaba el colegio. Mis dos hermanas más grandes trataban de encarrilarme, pero se les complicaba. Yo iba a contramano de la mayoría, tenía vacaciones de nueve meses y tres de estudio. Ahora me doy cuenta que no estaba bien lo que hacía.
Repetí tres veces tercer año. Llegué a inundar los baños del colegio. Era tan terrible que parecía que tenía a «chuky» en mi cuerpo, creo que salió. Tengo que destacar que era muy buena compañera y demasiado divertida.
-¿Cómo sentiste la llegada de tus dos hijos?
-Ellos significan todo. Yo elegí ser mamá, muchas veces ocurre accidentalmente y no fue mi caso. Cuando me casé con Alejandro, papá de Bárbara, dije quiero tener una barbie; por suerte me salió más linda y más dulce. Gonzalo y Barbarita son los dos grandes pilares que tengo. Mi vida cambió radicalmente y desde que nacieron, todo lo que hago es a partir de, por y para ellos.
-¿Qué significa Fabián en tu vida?
-Cuando uno elige una pareja y más cuando tiene hijos, ve en una persona cosas que antes no buscaba. Venir golpeada de muchas cosas y situaciones, hizo que no pensara en mí solamente, sino también en mis hijos. Me fijé a quién iba a dejar entrar a mi casa y encontré a alguien muy importante.
Fabián es una muy buena persona y un padre increíble. Un hombre que no quiera a mis hijos, no estaría a mi lado, y cero chances de ser mi pareja. Con Fabián tenemos muchas cosas en común y nos conocemos demasiado, espero que dure. Lo bueno es que proyectamos bastante desde la familia, y no sólo desde la pareja.

¿Cómo empezaste en tu carrera artística?
-A mí jamás me faltó nada de chica. Mis padres han trabajado para que a sus hijos no les falte nada; pero tampoco les sobraba para complacer todos los caprichos. A los 14 años yo quería una bicicross, me enteré que elegían a «Miss Quilmes» y el premio era dinero. Yo no me creía bonita ni de casualidad, tenía el pelo corto y nada de lolas. Todos me decían que debía ser modelo porque era flaca y alta. En este evento vi la posibilidad de comprarme la bici de carrera, si llegaba a ganar; entonces me anoté. Gané el concurso y me compré la bici; pero la vendí al mes para hacerme un book de fotos. Luego me adjudiqué el Miss Provincia de Buenos Aires y salí primera princesa en la República Argentina. Gracias a Dios, las cosas se empezaron a dar y nunca más dejé de trabajar. Todo comenzó como un capricho y se fue inclinando a la profesión que amo.
-¿Sentís que tu carrera dio un nuevo giro en esta temporada?
-Cada año y desafío es una nueva página. Todos hablan de una nueva Nazarena, pero yo siento que soy la misma con más experiencias tanto buenas como malas. Lo que no te mata te fortalece. Uno va creciendo y aprendiendo de los errores. Mi esencia es la misma, pero la experiencia me permite actuar de distinta manera.
Estoy viviendo una muy linda etapa, en la que a nivel profesional apuesto a la actriz que llevo adentro, que en definitiva, es lo que yo estudié y lo que amo hacer. Elegí estar en Carlos Paz con una comedia junto a muy buenas personas y a dos grandes como es el «Tano» Ranni y Atilio Veronelli, porque sabía que todo iba a ser muy bueno.
A lo largo de mi carrera las necesidades y la profesión, me llevaron a distintos lugares. Ahora tengo la posibilidad de elegir dónde y con quién quiero trabajar. Muchas veces la situación económica me llevó hacer trabajos que no estaban copados, pero los tenía que hacer. Este año hago algo que me divierte y que suma muchísimo en mi carrera.

Fuente: Semanario Bamba